Actualizado con fecha 2/03/2023
La deuda financiera es la suma de la deuda bancaria y de las emisiones de títulos que tenga una empresa –tanto a largo como a corto plazo-. Se trata de la principal medida de apalancamiento de las empresas. Ahora bien, podemos distinguir dos tipos de deuda financiera: bruta y neta.
Por una parte, la deuda financiera neta se calcula con la suma de las deudas financieras de la empresa, a corto y largo plazo, menos el valor de caja y de las inversiones a corto plazo. Mientras que la deuda financiera bruta no tiene en cuenta los activos u otros aspectos.
Las entidades financieras, como bancos o cajas de ahorro, facilitan a sus clientes créditos o préstamos, cuyas características más habituales son las siguientes:
Los préstamos son una modalidad de deuda financiera que permite al prestatario recibir una cierta cantidad de dinero, que deberá devolver en un plazo acordado y con un interés marcado. Entre los distintos tipos de préstamos destacan los hipotecarios, los cuales tienen una duración mayor, es decir, la devolución del valor de la deuda y los intereses, se producen en un plazo superior a un año.
Otra forma, son los créditos a corto plazo y suelen tener una duración de entre 6 y 12 meses. Además, suelen contar con un importe límite. Los intereses de dicha deuda financiera se calculan en función de las cantidades prestadas.
Además, debemos saber que la deuda financiera está constituida por tres parámetros diferentes:
Pues bien, la deuda financiera neta se calcula como la diferencia entre la totalidad de las deudas financieras que tiene la empresa menos el efectivo y otros activos líquidos –los cuales pueden pasar a ser efectivo en un plazo corto de tiempo-. La deuda financiera bruta se entiende como aquellas partidas que comportan un gasto financiero (independientemente de que sean implícitos o explícitos). Algunos de los ejemplos con los que podríamos contar en las partidas de pasivo son los siguientes:
Para seguir conociendo más aspectos sobre la deuda financiera vamos a descubrir los dos tipos costes que nos podemos encontrar en el mercado.
Por una parte, se podría dar un coste fijo. Este tipo de coste de deuda financiera suele suceder en una empresa al emitir un bono. Esto quiere decir que, las empresas emiten bonos en los mercados a modo de financiación, y se comprometen a pagar un cupón fijo, siendo este su coste fijo en un plazo de tiempo determinado.
El otro tipo de coste de deuda financiera sería el variable y este tipo van asociados a una variable de referencia, como por ejemplo el Euribor. Lo que significa que según lo que cotice el Euribor en la fecha de revisión será lo que pagaremos.
Para saber el tipo de riesgo de la deuda financiera se debe diferenciar a la hora de analizar una empresa y su deuda, del origen de esta. Estos créditos concedidos deben ser comunicados al Banco de España (CIRBE) y hay que distinguir entre el riesgo financiero puro y el riesgo de origen comercial.
Por un lado, el riesgo con origen financiero puro es aquel tiene su origen el riesgo crediticio puro de los préstamos, créditos, cuentas de crédito… Y, por otra parte, el riesgo con origen comercial, es aquel que tiene las líneas de descuento de papel de los bancos o las operaciones que se conocen como factoring. Las cuentas implican un anticipo de créditos comerciales sobre documentos, como letras, pagarés…
Las deudas también se clasifican según quien las emite, de ese modo podremos encontrar: deuda pública que son todas las deudas que mantiene un Estado con inversiones, ya sean nacionales o internacionales; y la deuda privada, que es aquella que tiene cualquier persona, física o jurídica.
Normalmente, los Estados son los que financian a un coste más bajo porque de este modo existe un menor riesgo de impago de las deudas, lo que quiere decir que tienen una mayor solvencia de devolver sus compromisos financieros.
Por otra parte, está el mercado interbancario donde las entidades financieras prestan dinero a un tipo superior al que pueden financiar los estados; y en último lugar, encontramos a las empresas (en inglés, corporates), que en condiciones normales de mercado deberán pagar un tipo de interés superior. De este modo, cuanto mayor es el plazo y el riesgo, mayor será el tipo de interés exigido.
La deuda financiera posibilita la puesta en marcha de muchos proyectos. No siempre se puede ahorrar hasta tener el importe que se va a invertir. En cualquier caso, conviene tener en cuenta algunos consejos antes de contraer una deuda financiera:
- Planificación financiera: Consiste en la estructuración detallada de todas los gastos y los ingresos. Conociéndolos, será más fácil priorizar gastos y posponer aquellos que no son realmente imprescindibles. Ser conscientes del dinero disponible, permite evaluar si se puede asumir la deuda.
- Respetar los porcentajes de endeudamiento: no se puede contar con una deuda que supere el 40% de los ingresos. Por ejemplo, con unos ingresos de 1.200 € al mes, no podemos tener una deuda mayor a 480€.
En caso de que ya exista una deuda financiera, y su pago sea complicado, recomendamos no contraer más deudas.
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